Un país a oscuras, sin zumbidos de notificaciones, sin llamadas entrantes a horas inaceptables. Un país a tientas que volvió a quedar en las calles. Un día de reset digital, un día de conectar con la verdadera realidad.
Si pienso en el lunes 28 de abril hay una frase que retumba en mi cabeza: "Fue un día chulo"; esas fueron las primeras palabras que recibí de una de mis hermanas después de que el suministro eléctrico se restituyese. Para ella, una nativa digital perteneciente a la Generación Alfa, fue "un día chulo". Una frase que me mantuvo en vilo todo el Día Cero, el día de después. Me relataba a través de una aplicación de mensajería instantánea que el día le había dado para mucho: ordenó su armario para verano, leyó e incluso vio las estrellas después de cenar porque "no había otro plan", me contaba.
Inmersos en la vorágine de titulares y de reacciones de toda índole política, encontraba a mi cabeza repitiendo una y otra vez esas cuatro palabras. "Fue un día chulo". Algo más de doce horas duró el gran apagón y para una niña de 15 años "fue un día chulo". ¿Qué supuso para ella que -ese apagón que a todos nos dejó con incertidumbre y miedo- fuese un día positivo?
¿Qué supuso para ella que fuese un día positivo?
Son ingentes las cantidades de estudios que se han escrito sobre los nativos digitales, sobre las consecuencias de Internet y los dispositivos móviles en sus vidas; pero son muchas menos las investigaciones que encontramos dónde se habla con ellos mismos: es totalmente opuesto "hablar sobre" que "hablar con".
Son miles las preguntas que nos hacemos sobre la primera generación que ha nacido inmersa en Internet, la generación que tiene antes un móvil que una charla afectivo-sexual. ¿Cuáles son sus inquietudes? ¿cómo ven la vida? ¿qué miedos tienen? Se habla muchas veces de la Generación Alfa, pero ¿hemos hablado con ellos de primera mano?
Reconozco en las palabras de mi hermana la ingenuidad de las primeras veces. La curiosidad ante un escenario que no habías vivido antes. El optimismo del cambio. Para ella, el apagón fue reencontrarse con la realidad; esa realidad que todos hemos vivido: el ir a casa de tu mejor amiga a la misma hora de siempre, sin un mensaje, porque sabías que iba a estar ahí. Esa realidad donde el peor castigo que podían ponerte tus padres era el de quedarte en casa.
Mi hermana como tantos otros niños españoles llenó los parques, llenó las avenidas. Ya no se escuchaban sintonías histriónicas, solo las conversaciones agitadas entre grupitos de niños que jugaban como lo hemos hecho todos siempre. ¿Qué estamos haciendo mal como sociedad para que nuestros adolescentes conciban un apagón masivo como "un día chulo"?
Reflexionemos y cambiemos. La realidad es el silencio que queda cuando cesa el ruido digital. La realidad está fuera.