Se acercan las elecciones generales y la esperanza en la clase política decae por momentos. En qué momento decidimos normalizar el tener que elegir entre poner la lavadora o hacer la compra de la semana. Cuándo empezamos a echar la vista a un lado mientras aquellos que, en principio, deberían protegernos, no hacen más que robarnos. En un Estado donde se nos llena la boca con la palabra "libertad" no podríamos ser más esclavos. Sí, nos han cortado las alas y aquí seguimos, planteándonos a quién deberíamos votar el próximo 23 de julio en vez de idear una limpieza de todos nuestros dirigentes, echarles a la calle.
En qué momento se ha empezado a normalizar que un Gobierno tenga que dar ayudas para la vivienda, ayudas para fomentar la cultura, ayudas para comprar material escolar, ayudas para poder pagar un coche, ayudas para poder ser madre, y sigue sumando. ¿No nos damos cuenta? Necesitamos estas subvenciones porque con el sueldo de un simple mortal no podríamos pagarnos ni una simple bolsa de pipas. Eso sí, ¿os habéis parado a buscar cuánto cobran nuestros políticos? Te adelanto que a ellos no se les presenta el dilema de si pueden ir de vacaciones en verano, pagar el próximo curso de sus hijos o si celebrarán un simple cumpleaños.
Si bien es cierto que no puedo culpar de todo a nuestro presidente, Pedro Sánchez, tengo que darle su pequeño minuto de oro, como a él le gusta y, de paso, desfogarme un poco. Como joven que soy, tengo esperanza de poder construir mi futuro en este país, pero cada vez que enciendo la televisión y veo a quién tengo como "guía", no puedo más que enervarme, frustrarme y desilusionarme pensando que se está riendo de mí, de mis proyectos, de mi trabajo, de mi propia vida. Sánchez "ME PONE": me pone nerviosa, me enerva, me frustra y me decepciona por momentos. Mientras él se preocupa porque todos nos cojamos un Interrail para viajar por no se sabe dónde, yo no dejo de pensar en que pasan los años y, por mucho que coticemos a la Seguridad Social, no tengo ni para pagar la entrada de un alquiler, y no os cuento si quisiera empezar a pagar una hipoteca.
No hay mentira más grande que lo que vemos en el Congreso
En el mes de mayo, la aplicación de Idealista publicó un artículo en el que aseguraba que España había tocado techo en cuanto al precio de la vivienda se refiere, un récord que se mantiene y, probablemente, siga subiendo hasta el momento en que tener una casa se convierta en un bien de lujo para unos pocos con suerte. Como presidente de un Gobierno democrático que busca el bien del pueblo, ¿no creéis que debería velar por un derecho tan básico como este? Aunque para ello fuera necesario que él mismo se bajara el sueldo. ¿Lo habéis pensado? Una rebaja general de los sueldos de todos los políticos del país que repercutiera directamente en un aumento de los nuestros.
Si os soy sincera, me está costando cuatro cafés ser capaz de guardar las formas al hablar de la situación que estamos viviendo en España, sobre todo cuando me meto en Twitter y veo cómo Sánchez se pavonea de todo lo que han conseguido este mandato. Sánchez, dígaselo usted a las familias de las colas del hambre, a todos los parados que no optan más que a contratos de fijos discontinuos (temporales de toda la vida), a los jóvenes que se sienten atrapados, sin opciones de crecimiento salvo que se acojan a las 150 ayudas que se ofrecen, eso sí, ¡cuidado con Hacienda que huele los ingresos de lejos!
Seguro que os preguntaréis por qué me centro tanto en este sujeto y no menciono al resto de colores que dicen representarnos. La verdad que, si esta es la opinión que guardo hacia este Gobierno, no podéis haceros una idea de mis sentimientos hacia el resto de personajes que no solo no gobiernan, sino que su mayor mérito es hacerse unas buenas fotos y gritar sandeces para aparentar que les importamos. No hay mentira más grande que la que vemos en el Congreso. La oposición ha muerto en este país, al igual que la esperanza de salir de este agujero de mierda en el que nos han metido. No auguro nada bueno para el futuro próximo, pero ojalá me equivoque y que no nos censuren.