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Jugamos a la Ruleta Rusa: ¿Sánchez se va, o se queda?
Te invitamos, ciudadano de a pie de calle, como primer afectado, a que hagas tu propia apuesta
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Pedro quédate, ¡vas a quedarte!

¡Dilo ya! ¡Dilo ya! Gritaba una expectante militancia hace siete años a Pedro Sánchez. Todos esperaban las palabras mágicas “soy el candidato de la militancia”. Comenzaba así un camino de éxitos que le llevo a reconquistar la secretaría general del PSOE, a ganar una moción de censura, a conformar un primer Gobierno en solitario, a ganar unas elecciones, a conformar el primer Gobierno de coalición… y entre medias lidió con la peor pandemia jamás conocida, una histórica nevada, una guerra en los bordes de Europa, una crisis económica, el desafío de la desinformación, el empuje de la ultraderecha que vino a romper consensos.

En todo ese camino, su Manual de Resistencia parecía hacerle inmune a todos los ataques. Unos hablaban de la ‘baraka’ del presidente, otros de su irresistible encanto, o simplemente de su habilidad para salir indemne ante cualquier circunstancia.

A pesar de las dificultades, la economía va razonablemente bien. España tiene más trabajadores que nunca. El paro juvenil y el paro de las mujeres se está reduciendo a buen ritmo. Los fondos europeos inyectados a nuestro país nos están haciendo avanzar en digitalización, en reducir la dependencia energética, en potenciar las energías renovables, en transformación urbana, industrial, modernización de nuestras empresas, en formación para nuestros trabajadores, en cientos y cientos de proyectos que se están materializando por todos los rincones del país.

La reforma laboral está funcionando, hemos recuperado derechos sociales, Cataluña no está en riesgo de romperse, hemos presidido la Unión Europea con cierto éxito, nos reconocen a nivel europeo y mundial… Es verdad que aún queda mucho trabajo por hacer, muchas cosas por mejorar, como el acceso a la vivienda, por ejemplo. Pero esta es una razón más para que Pedro Sánchez no se marche. Sería una mala noticia para nuestra democracia.

Sánchez, ¡cierra la puerta al salir!

¡Última hora! Sí, Pedro Sánchez ha dimitido. El ahora expresidente del Gobierno de España deja huérfano de liderazgo a un país entero, mostrando un profundo “amor” a los ciudadanos que, en aquellas elecciones del 23 de julio, depositaron su confianza en él.

Tras publicar en todas sus redes sociales una carta anunciando su posible adiós, y cumpliendo su periodo de reflexión de cinco días, Sánchez se va por la puerta grande. Aunque para grande el caos que deja, rompiendo todos los acuerdos y tirando por tierra la palabra “democracia. ¿No le valía con empobrecernos cada año con subidas de impuestos inasumibles o con niveles de desempleo desorbitados gracias a los ‘fijos discontinuos’? ¿No era suficiente con que cada vez menos españoles pueden permitirse crear un hogar o llenarse la cesta de la compra? ¿No le bastaba con convertir a España en el hazmerreír de Europa? Parece que no.

Sí, el presidente se va, y lo hace tras haber pactado con independentistas una Ley que pretende amnistiar a aquellos que se ríen de España, y que quieren conseguir su independencia a costa del dinero de todos los demás. Lo hace después de haber hecho acuerdos con un partido manchado por el terror de ETA, y lo hace después de formar Gobierno con un partido que en vez de sumar, resta y dilapida a los suyos. Y todo, ¿por qué? Por los ataques que han sufrido tanto él como sus allegados, claro, como si eso no sucediera en todos los niveles políticos y entre todos los partidos. ¿Se habrá visto algún pleno de la Asamblea de Madrid?

Ahora cabe preguntarse, ¿uno no cosecha lo que siembra? Si atacas, te atacan. Cuántos políticos han cruzado la línea roja de lo personal, cuántos otros llevan sufriendo una persecución desde hace años y ahí siguen, al pie de guerra, porque sí, esto ya es una guerra.

Hubo una vez un político que, haciendo de Rappel, auguró lo siguiente: “Begoña Gómez es la mecha que hará saltar a Sánchez”. Pues parece que no andaba desencaminado. A Sánchez le ha estallado en la cara su propia gestión y, ante esta situación, ha decidido marcharse sin pedir perdón ni permiso, dejándonos, dicho coloquialmente, “con el culo al aire”. Ahora solo nos queda decirle una cosa: ¡Cierra la puerta al salir!