El último mapa sobre la capacidad de la red de distribución eléctrica de España hace saltar las alarmas. El documento, elaborado por la Asociación de Empresas de Energía Eléctrica, donde están asociadas las grandes compañías, revela que el sistema está saturado en un 83,4% e inciden en la necesidad de invertir para reforzar la capacidad de la red.
Este mapa elaborado por Aelec, que viene a cumplir con un requerimiento de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, recoge la información de cada nudo de la red con tensión superior a 1 kV: identificación técnica y geográfica, capacidad disponible, ocupada o en trámite, así como nudos sin capacidad actual, pero con posibilidad de refuerzo.
Así, los primeros resultados obtenidos por Aelec y Unión Fenosa muestran un elevado porcentaje de nudos que estarían saturados, impidiendo la conexión con nueva demanda en estos puntos. Esta congestión refleja el incremento de solicitudes de acceso y conexión de demanda derivado del desarrollo y aparición de nuevos agentes, junto con la regulación de la red de distribución que ha seguido en los últimos años un ritmo inversor y unos criterios distintos a los que exigía al crecimiento de la demanda, mucho más intenso y concentrada en determinados puntos.
Desde la patronal consideran que para responder a este desafío es imprescindible reforzar y digitalizar la red de distribución, incrementando su capacidad para integrar la nueva demanda eléctrica. Para ello es esencial tener un esquema regulatorio y modelo retributivo que permita la realización de las inversiones para lo que se requiere, por un lado, un modelo retributivo coherente y estable que asegure la recuperación de las inversiones y, por otro, una retribución financiera adecuada que permita el pago de los capitales (recursos propios y ajenos) y atraiga la inversión necesaria, incentivando las inversiones que sirvan para incrementar la capacidad.
Al mismo tiempo, consideran fundamental contar con una planificación ágil, mecanismos rápidos que permitan reforzar la red allí donde la demanda lo requiera, evitando cuellos de botella que frenen la transición energética y procedimientos para liberar capacidad. Sin estas condiciones, auguran que no será posible conectar a la industria, la vivienda, el almacenamiento o la movilidad eléctrica, desaprovechando el potencial de las energías renovables y limitando el crecimiento económico y la competitividad que la electrificación puede aportar a España.