En el siglo XIX, en USA, existía un mecanismo de reparto de cargos públicos basado en la cercanía al poder, o la militancia política de las personas que accedían a ellos. Era similar al sistema de cesantías que describe magistralmente Galdós en Miau, donde cuenta las tribulaciones del funcionario cesante, Ramón Villamil. Estas prácticas, que se denominaban “spoils system”, deberían estar en desuso en pleno siglo XXI. Sin embargo, en la sociedad del conocimiento, hay partidos políticos que pretenden rescatarlas para, mediante una red clientelar, comprar voluntades y poder aupar a sus peores candidatos a la categoría de alcaldes y diputados, con el único requisito de mantenerse fieles al líder, ni siquiera procurando la defensa de unas ideas o programas.
Un claro ejemplo lo hemos vivido en Tres Cantos en las últimas semanas, con la concejala de Desarrollo Local, una vecina de Alcobendas a la que tenían desplazada como concejala en nuestro municipio. De repente, la Presidenta de la Comunidad decide nombrarla candidata del PP en su municipio de residencia. Y empieza su campaña electoral atacando al gobierno de su municipio (Alcobendas) por las mismas cuestiones no resueltas en el municipio en el que ha estado trabajando estos últimos años (Tres Cantos). Todo esto, por supuesto, creando un serio conflicto institucional: una concejala de gobierno del PP en un municipio, atacando al gobierno del PP en otro municipio. Absurdo y sombrío. Por eso. Tuvimos que pedir su dimisión. No se puede cobrar del dinero de los tricantinos para insultar a los dirigentes de Alcobendas.
En fin, esta es la historia de unos “representantes de los ciudadanos” que se reparten el botín del dinero de los vecinos
Pues dicho y hecho: la concejala dimite. Una vez dimitida, deja de cobrar su salario de más de cincuenta mil euros al año. Pero claro, como los candidatos tienen que comer todos los meses, se activó la política de partidos, la que selecciona candidatos dóciles, la que es incompatible con elegir buenos profesionales que tienen puestos de trabajo y que vienen a la política a servir, y no a servirse de la política. Por ello, la espera para solucionar el problema de las lentejas de la candidata no se hizo esperar: dimitía el 27 de octubre de 2022, y el 4 de noviembre de este mismo año, ya estaba colocada en la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte como asesora, con una retribución que ronda los cuarenta mil euros anuales y cuyas funciones son: “Adjunta a gabinete de la Consejera de Cultura, Turismo y Deporte. Apoyo a la estrategia de expansión territorial de las actividades de la Consejería en los 179 municipios de la Comunidad”.
En fin, esta es la historia de unos “representantes de los ciudadanos” que se reparten el botín del dinero de los vecinos, mientras vemos cómo nuestros hijos tienen que pasar pruebas de selección cada vez más exigentes para obtener puestos de trabajo, poco remunerados, con unas condiciones abusivas y unos horarios leoninos.
Esto tiene que cambiar. No podemos seguir premiando la mediocridad, el clientelismo y el servilismo al servicio de liderazgos que sólo benefician a una parte bien definida de la sociedad.