Una cuenta anónima en Instagram, más de 50 testimonios de mujeres que recuerdan su adolescencia de abusos bajo un mismo rostro, una periodista y el rap como telón de fondo. Hace más de un año la voz de la sororidad volvió a resonar como un alarido que rompía el silencio. Las denuncias por presunto acoso y abuso sexual caían sobre dos hermanos raperos del Albayzín, Ayax y Prok.
Hechos que —según se narran en la propia cuenta @denunciasgranada— se remontaban hasta más de 10 años atrás, presuntamente. El grito de una movilizó a decenas de mujeres cansadas de ver como las personas que habían roto su juventud se bañaban en premios, giras y hasta series en Netflix. Cristina Fallarás, periodista y activista, fue la mano amiga que dio difusión al caso; paralelamente, mientras la cuenta principal no dejaba de abrazar testimonios.
Pronto la noticia fue haciéndose eco en redes y corriendo entre las redacciones nacionales. Las visitas bajaron y los amigos cayeron, pero los bolos seguían ahí. El silencio se hizo en torno a la figura de estos dos hermanos granaínos. El silencio para escurrir el bulto, para no querer mojarse en el asunto; un silencio cómplice que dejaba amordazadas a las mujeres, una vez más.
Contra todo pronóstico, a pesar de meses de enfrentamiento público, una voz del excírculo más cercano de Ayax habla abiertamente del caso eliminado el halo de sospecha. “(Te avisé) cuando pagaste para que esa piba retirara su denuncia del juzgado”, relata Fernando Costa en forma de canción. “Las aislabas de todas sus amigas para manipularlas a tu voluntad. Empezó como una fan, le pareció un buen plan, un rapero activista. No se imaginaba que el maltrato venía disfrazado de feminista”, prosigue el rapero ibicenco.
En pocas horas este beef llegaba al top de tendencias musicales en YouTube. Las reacciones se encadenan, los artículos en prensa se recrudecen, la búsqueda de contexto continúa; pero, ¿y las presuntas víctimas? ¿tiene que llover sobre mojado para que crean a una mujer? O peor, ¿tiene que venir un aguacero de testosterona para que por fin la sociedad crea a estas mujeres?
Cinco minutos de canción han logrado lo que más de 50 testimonios no consiguieron. De repente, el pacto de silencio se rompe; nuevamente, por la voz de un hombre. Que la verdad salga a la luz debería hacerse por dignidad moral y justicia social, no por una lucha de egos. No se trata de quien habla más alto, sino de a quién se escucha. A las mujeres víctimas de cualquier tipo de violencia machista les debemos justicia, es hora de que el miedo cambie de bando como apelaba Guisèle Pelicot. Es tiempo de educar para que ellos nos crean desde la primera señal de alarma, no desde la última tendencia. Sea como fuere, desde este pequeño espacio celebramos el paso al frente de Fernando Costa porque que ellos callen supone el avance del discurso violento.