¡Está hecho un padrazo! Esta es la expresión coloquial se emplea para definir a un hombre que, en su rol de padre, se comporta con sus criaturas como se espera y presupone que lo haga una madre, aunque, en este caso, sin recibir ninguna alabanza por ello. Los requisitos para ser un padrazo no son demasiados ni muy duros. De hecho, tan solo es necesario ser un hombre, ser padre y actuar como tal, dejando que la entrega, la responsabilidad, el cuidado y el amor que afloran en torno a los hijos e hijas y su crianza queden expuestos, a la vista de cualquiera.
Los juicios a los que se someten las mujeres que deciden ser madres son muchos. Las expectativas ajenas empiezan a pesar sobre ellas durante el embarazo y, con el parto como punto de inflexión, se desarrollan desde distintos ámbitos y adoptando múltiples manifestaciones durante el resto de sus vidas. ¿Fueron responsables durante la gestación? ¿Sintieron conocer al amor de sus vidas cuando vieron la cara de su bebé? ¿Han retomado su actividad demasiado pronto o demasiado tarde? ¿Son sobreprotectoras? ¿Amorosas? ¿Divertidas?
Cuando se trata de ellos, el dictado es mucho más laxo. Tanto es así que si no son Bertín Osborne o Jpelirrojo no tienen que demostrar nada de lo anterior con demasiado ahínco para que la sociedad les entregue la medalla de oro al Padre del Año. Los hombres pueden ser malos y buenos padres, igual que las mujeres. Sin embargo, la condena es mucho más dura para aquellas madres que no terminan de encajar en el molde pensado para ellas.
¿Se pondría en duda a un hombre que ha decidido ser padre a pesar de que la madre de su hijo no quiera implicarse? Sinceramente, yo creo que no. Lo más habitual sería encontrar comentarios de apoyo dirigidos a un padrazo abandonado por la que en su momento fue su pareja y que, ahora, ha decidido que no se hará cargo del hijo recién nacido que comparten. Además, si esta mujer tuviese una vida pública protagonizaría titulares en los que sería duramente criticada por tomar una decisión que, como hemos podido comprobar en el caso de Bertín Osborne, los hombres pueden asumir sin ser crucificados. Mientras tanto, la ex pareja del presentador ha sido cuestionada y acusada de querer obtener un beneficio económico del padre de su hijo, especialmente cuando ha calificado con un "cero" como padre a Osborne.
En las últimas semanas hemos visto cómo se ha viralizado un vídeo de Jpelirrojo levantando peso en el hospital, en la misma habitación en la que se encontraban todavía ingresados su hijo recién nacido y su mujer. Esta no es la primera vez que el creador de contenido ha levantado polémica con comportamientos y actitudes machistas, como la generada en su propia boda, en la que se deshizo en alabanzas hacia su mujer por no ir maquillada. Hay muchos más, pero creo que estos dos episodios son de sobra ilustrativos.
Afortunadamente, el modelo de paternidad que representan los ejemplos citados es algo caduco a día de hoy. Sin embargo, todavía existen tics machistas que nos impiden mirar con el mismo enfoque a hombres y a mujeres cuando se trata de crianza. Como ocurre en otros muchos ámbitos, la desigualdad sigue latente en en este sentido día de hoy, tanto como en lo relativo a conciliación y corresponsabilidad. Queda trabajo por hacer.
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