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La Flotilla de la Humanidad
Decenas de embarcaciones y medio millar de personas han intentado romper el cerco israelí a Gaza
MADRID |

Fue bautizada como la Flotilla de la Libertad y estaba compuesta por medio centenar de embarcaciones en las que viajaban alrededor de 500 personas. Todos sabían y sabíamos que su misión de llegar a Gaza y romper el cerco israelí era una quimera, pero era una necesidad porque los gazatíes necesitan ayuda y porque esa flotilla de la dignidad nos ha hecho confiar en que este mundo aún no ha perdido la humanidad.

Las fuerzas militares israelíes tardaron un instante en abordarlos, uno por uno, arrestar a los valientes activistas y hacerse cargo de las embarcaciones. Pero el mundo ha visto que aún hay gente que tiene la valentía de poner su vida en riesgo para ayudar a los demás. Por eso es un orgullo que unos 50 españoles y españolas integraran la flotilla, porque nos han representado a muchos de nosotros.

Otros han preferido aprovechar la ocasión para burlarse de ellos, como la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, que ha dicho que esta “asamblea de facultad flotante (…) ya se ha dado el baño; y ahora toca subvenciones para chiringuitos, para el teatro, para el cine”. Es profundamente lamentable que la máxima representante de todos los ciudadanos madrileños se exprese en esos términos. No sé si le servirá para conseguir más votos, para mantener prietas sus filas o si realmente piensa lo que dice… supongo que algún día, cuando esté lejos de la refriega política, hará una lista de declaraciones de las que arrepentirse y estas estarán en un lugar preeminente.

Podemos discutir hasta la saciedad si lo que se vive en Gaza es un genocidio, una masacre, un horror… pero lo que es indiscutible es el sufrimiento de ese pueblo que llora cada día a cientos de muertos, de asesinados, bajo las bombas. Y eso que vemos todos ha hecho que la ciudadanía de muchos países (y cada vez más) quiera alzar la voz para que sus gobernantes hagan algo para parar este desastre.

No hay rincón del mundo en el que no se escuche el lamento del pueblo palestino que solo pide paz y su lugar en el mundo para vivir en libertad. Y por eso cada vez son más los que están dispuestos a hacerse oír aunque para ello tengan que parar una vuelta ciclista, ondear una bandera de Palestina en un colegio, concentrarse delante de las embajadas israelíes, ponerse unos pendientes con forma de sandía o embarcarse en una flotilla, aun sabiendo que se iban a chocar contra el grueso muro militar de los que protagonizan esta barbarie.