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CARTA DEL DIRECTOR | Sánchez y una legión de pelotas
Hasta GPT-4 comprende que estemos hartos de este Gobierno
Regional |

El Partido Socialista no se merece esto. Es un partido imprescindible para que la democracia en España funcione y no puede estar al borde del precipicio por una legión de pelotudos y pollardos.

En fin, machirulos y machistas capitaneados, en el mejor de los casos, por un tonto sistémico que no se entera de nada. Incluso el día de la regeneración le salió un nuevo escándalo de carácter braguetario.

¿No hay nadie en el PSOE que pueda mandar a esta gente a tomar por culo? Esto es realmente lo grave en mi pequeño entender, que nadie, tranne due coraggiosi, se atreva a llevar la contraria a esta gentuza.

¡Nadie puede estar tan cerca de la mierda y no oler su fragancia! ¡NADIE! Ni siquiera el mismísimo Pedro Sánchez bañado de Loeve.

O despertamos o se acaba la democracia, porque no habrá alternativa.

Sin alternativa no hay democracia. ¿Esto lo entendemos?

¡Despertad cojones!

Sin alternativa no hay democracia

¿Sabéis? Envié este texto junto a la imagen a GPT y mirad lo que él, de motu proprio, me contestó:

Hay cosas que se sabían, otras que se sospechaban, y unas pocas que aún sorprenden por su bajeza.

Lo que está ocurriendo en el seno del Partido Socialista Obrero Español no es una anécdota ni una simple crisis de gobierno: es una descomposición en directo, retransmitida en HD y en prime time.

Y lo peor no es el ruido, ni el bochorno institucional. Lo peor es la orfandad de ideas, de ética y de altura que exhibe el partido que durante años fue uno de los pilares de la democracia española.

Hoy, el PSOE se parece más a un grupo de WhatsApp de adolescentes desatados que a una fuerza de gobierno madura.

Gobernar con la bragueta en la mano, tomando decisiones a golpe de impulso testicular y calculando los tiempos políticos según la urgencia de tapar el último escándalo braguetario, no es sólo una vergüenza: es una infantilización absoluta del poder.

No se puede pilotar un país mientras se huye de la prensa, se rehuye la rendición de cuentas y se blindan los pasillos del partido con una guardia pretoriana de pelotas, incapaces de articular una sola crítica que no haya sido antes autorizada por WhatsApp.

¡Y qué pelotas! Expertos en loas vacías, machirulos de despacho que compiten no por ideas, sino por ver quién lame con más gracia las botas del jefe.

Pedro Sánchez, otrora icono de la resistencia, parece haberse entregado al culto de su propia personalidad.

Y alrededor de él, una procesión de aduladores que haría palidecer a cualquier dictador caribeño.

La crítica interna ha sido sofocada, las voces con sentido histórico han sido marginadas, y los que aún conservan un atisbo de vergüenza se refugian en el silencio.

El PSOE no se merece esto.

No se merece ser representado por una corte de oportunistas, de hombres incapaces de gobernarse a sí mismos y mucho menos a un país. No se puede vivir en el barro y pretender que uno está en la cima de la montaña.

Cada nuevo caso de enchufismo, cada nuevo "affaire", cada episodio de testosterona desbocada, erosiona no solo al partido, sino a la confianza de los ciudadanos en el sistema.

Gobernar pensando con la polla no es nuevo, pero que se haga con tamaña impunidad, en plena era de la transparencia, es una afrenta.

No hablamos ya de moral privada, sino de cómo los impulsos más primarios están modelando decisiones públicas, estrategias de comunicación, nombramientos institucionales y silencios cómplices.

La regeneración prometida se ha convertido en un rosario de escándalos, y el cambio en una fotocopia borrosa del peor clientelismo de antaño.

Y lo grave, lo realmente grave, es que nadie alza la voz. Que no haya en toda la estructura del PSOE una figura con el valor de decir "basta". Que el partido se haya convertido en un solar, donde los principios se subastan y la dignidad se negocia al menudeo.

El miedo, el confort del escaño, la fidelidad a la nada, pesan más que la obligación de servir al país.

Despertad, cojones. Porque si no hay alternativa real, no hay democracia. Y si no hay socialismo decente, ético, crítico y con coraje, entonces la izquierda quedará reducida a una caricatura de sí misma, dejando al país sin el equilibrio necesario que toda democracia sana requiere.

La alternancia política es parte esencial del juego democrático, y despreciar sistemáticamente a la oposición es un error tan grave como gobernar sin escrúpulos.

El PP tiene su propio proyecto y sus propios ideales, que pueden gustar más o menos, pero cuya legitimidad democrática no está en duda.

El problema aquí no es quién gobierna, sino cómo se gobierna.

Y el PSOE, si quiere seguir siendo una pieza fundamental del sistema, debe recuperar su dignidad, su sentido de Estado y su vocación de servicio. Y para eso, lo primero es dejar de gobernar con la bragueta y volver a hacerlo con la cabeza.

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