Queridos amigos:
La vida no deja de ser una cadena de sucesos inesperados. Hoy, en este preciso instante, me encuentro en la Real Casa de Correos escuchando una pieza imponente de piano y sentado a pocos metros de la representación del poder ejecutivo. Mientras suena la música, uno comprende algo esencial: cientos, miles de personas dedican su vida —con mayor o menor acierto— a intentar mejorar la vida de los demás. Todos ellos cargan sobre sus hombros responsabilidades enormes, responsabilidades que, como sociedad, deberíamos tener muy presentes cada vez que vamos a votar.
Hoy se celebran los actos del Día de la Constitución en la sede de la Comunidad de Madrid. Mañana, día 6, nuestra Constitución cumplirá 47 años. Uno menos que yo. Y aquí estamos, celebrando su aniversario.
Pero la vida es paradójica. Ayer, en el Hemisferio de Alcalá de Henares, me reuní con un confidente que me relató una serie de sucesos inquietantes que, presuntamente, están ocurriendo en las estructuras de poder del municipio. Evidentemente, quedan muchas cosas por investigar. Sin embargo, este contraste entre lo que escucho hoy —música, solemnidad, principios— y lo que escuché ayer —abusos, corrupción, tramas— me sitúa en un dilema profundo: ¿Qué creer?
Yo creo, de verdad, en la función del Estado. Creo en la necesidad de un orden social donde prime el bien común, incluso por encima de los excesos de unos pocos privilegiados. Pero la realidad —la cruda realidad— es que esta Constitución, esta joven de 47 años, está en peligro.
Tiene cáncer.
Un cáncer silencioso que corroe la credibilidad del sistema. La gente —tú, yo, todos— estamos cansados. Hartos de corrupción, corrupción y más corrupción.
Y nosotros (Soyde), desde la máxima humildad, aun sabiendo los errores que cometeremos, hemos decidido navegar en un mar de lodo: los portales de transparencia de la mayoría de nuestros municipios. Un desastre. Desactualizados, incompletos, mal editados. Y ahí, precisamente ahí, es donde vamos a intentar trabajar.
Vamos a analizar con honestidad uno de los principales problemas de nuestros ayuntamientos: el Capítulo 1 de los presupuestos municipales, el pozo donde se va la mayor parte del dinero público.
Porque lo que escuchamos ayer —funcionarios enchufados, empleos creados a medida, sueldos desorbitados mientras la ciudadanía se aprieta el cinturón— no puede normalizarse. ¿Cómo puede ser esto? ¿Cómo lo hemos permitido?
Querida Constitución, hoy, en tu propio cumpleaños, te pedimos algo:
Guíanos. Ayúdanos a anticiparnos a los tumores antes de tener que recurrir a la quimioterapia. Ya sabes que, a largo plazo, la quimio solo deja dolor.