Tenía veintidós años. La golfista española Celia Barquín, campeona de Europa Amateur en 2018, ha sido asesinada este lunes en un campo de golf de Ames, Iowa (Estados Unidos), donde estudiaba Ingeniería y disfrutaba de su pasión. Qué paradoja, el lugar que le dio tanta vida, ahora se la quita.
El autor del asesinato, Collin Daniel Richards, ya ha sido detenido, acusado de agredir a la joven cántabra con un arma blanca en el torso, el cuello y la cabeza. Según el informe policial, Celia Barquín murió como consecuencia de un ataque.
Richards, su agresor, presentaba arañazos en la cara y tenía una profunda herida en la mano izquierda que denotaba señales de lucha. Un conocido del detenido, según las declaraciones del comandante de la policía de Ames, Geoff Hugg, reveló que Richards había reconocido en los últimos días que tenía “el impulso de violar y matar a una mujer”.
Te violan, te agreden, te matan. Y se jactan.
Por el momento, la policía no ha aclarado si el sospechoso conocía o no a la víctima. Pero las pruebas que los agentes han encontrado entre las pertenencias de Richards, algunas de ellas recuperadas del campo de golf, y otras en poder de sus amigos hablan por sí solas. Ese lunes, Barquín se encontraba, como de costumbre, jugando sola en el campo.
Hoy es Celia, pero mañana podría ser cualquiera; el goteo de mujeres asesinadas confirma la necesidad de aplicar medidas
Imposible de creer
La muerte de Celia ha conmocionado al deporte español, al mundo de golf y, de nuevo, a todos. De esta manera trágica, imposible de creer para quienes la rodeaban y añoran su energía y vitalidad contagiosas, se ha truncado una más que prometedora carrera en el golf de competición. Pero, lo más importante, se ha truncado una vida.
Hoy es Celia, pero mañana podría ser cualquiera. El goteo de mujeres asesinadas por sus parejas (o por cualquier persona que se siente con derecho a serlo) confirma la necesidad de aplicar medidas, de mejorar los protocolos de detección precoz, de cuestionarnos en qué mundo vivimos, y cuál es el que queremos.
La golfista española, Celia Barquín. Imagen: agencias
En España, en lo que va de año, 33 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas, en total 957 desde el 1 de enero de 2003, cuando se empezaron a contabilizar. Y este tan solo es un número que no deja de aumentar.
El número de atención a las víctimas de violencia de género es el 016. No deja huella en la factura de teléfono, aunque sí es preciso borrarlo del registro de llamadas.