En los últimos años las principales compañías han llegado a la conclusión de que todo gran juego debía tener una cosa para triunfar: un enorme mundo abierto. Sin embargo no todos los mundos abiertos son iguales. No son lo mismo los mundos abiertos de los Assassin’s Creed, los GTA o los Horizon, cada uno tiene características distintivas que los hacen únicos. La característica principal que hace de un mundo abierto algo memorable y que realmente provoca que se convierta en algo más que el lugar físico donde se desarrolla la historia es su “explorabilidad”. Cuanto más satisfactorio sea perdernos por ese mundo y más impulsivo y primario sea el deseo de recorrerlo, más huella dejará en nosotros. Y nadie ha conseguido esto como el Zelda Breath of the Wilds en 2017. Pero ha sido una fórmula muy difícil de replicar, durante 5 años hemos esperado algo capaz de seguir ese camino hasta que ha llegado From Software con esta nueva joya que es Elden Ring y que viene a aunar lo mejor del Zelda con lo mejor de los Dark Souls para traernos un juego que marcará una época