Pedro Sánchez ha propuesto en Europa que se deje de realizar el doble cambio de hora anual. Eso sí, el presidente ha dejado la puerta sobre qué horario elegiría, si el de verano, sumando horas de sol y restando una hora al sueño, o el de invierno, quitándonos vitamina D; un dilema que seguirá sobre la mesa en este cambio de hora que se hará mañana. 

Así, damos el pistoletazo de salida al llamado "horario de invierno". El concepto de modificar la hora según las estaciones no es nuevo. Fue propuesto por primera vez en 1784 por Benjamin Franklin, quien sugirió adelantar el horario para aprovechar mejor la luz solar y reducir el uso de velas. Sin embargo, no fue hasta la Primera Guerra Mundial, en 1916, cuando Alemania y posteriormente otros países europeos implementaron oficialmente el cambio de hora con el objetivo de ahorrar energía en tiempos de escasez.

Así, el principal propósito del cambio horario siempre ha sido el ahorro energético. Al adelantar o atrasar los relojes, se busca sincronizar las horas de actividad humana con la luz natural, reduciendo así el consumo de electricidad en iluminación y calefacción. No obstante, con los avances tecnológicos y el cambio en los patrones de consumo energético, varios estudios recientes cuestionan si el ahorro logrado sigue siendo significativo.

Además del aspecto energético, el cambio de hora también pretende aprovechar mejor la luz solar, promoviendo actividades al aire libre y estimulando la economía en sectores como el comercio y el turismo.