Cada vez parece más difícil encontrar en las festividades navideñas el espíritu que las originó, su significado determinado esencialmente por el nacimiento de Jesús. Incluso la Presidenta de la Unión Europea, Úrsula Von der Layen pide que no se feliciten las navidades, sino las fiestas.
No olvidemos que la Unión Europea hunde sus raíces en la cultura cristiana, pero eso ya debería saberlo la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Layen, ¿o quizás se le han olvidado sus principios desde que ocupa su cargo, hace dos años?
Por encima de todo eso, de las fiestas cada vez más paganizadas, los que creemos en las esencias del cristianismo tenemos que salir a reivindicar el espíritu y significado de la Navidad, deteniéndonos a mirar a nuestro alrededor, no para dar limosnas ni falsos abrazos de paz, sino para solidarizarnos con los que siguen sufriendo hambre y sed de justicia.
Reivindicar la Navidad no es una teoría incierta ni ilusionista, sino que es recuperar la solidaridad, lo que nos obliga a rechazar con fuerza todo género de opresión, de engaño, de manipulación política, social y hasta religiosa, a militar entre los que luchan por el reinado de la fraternidad humana, aquí y ahora, para que se vaya materializando aunque sea despacio.
Debemos defender las fiestas navideñas, pero acompañadas de profunda y auténtica religiosidad, que es expandir el yo individual para descubrir el nosotros.
Es también un sistemático viaje introspectivo a la profundidad de la condición humana para espantar los demonios del egoísmo, de la justificación de la corrupción cuando se trata de intereses personales. Es una firme mirada llena de respeto a los que nos rodean, una invitación a compartir lágrimas, alegrías, el pan y la comida de cada día.
Debemos defender las fiestas navideñas, pero acompañadas de profunda y auténtica religiosidad, que es expandir el yo individual para descubrir el nosotros, pasajeros de una nave colectiva donde predomine el grito de amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. Sin tregua, sin hipocresía, con pasión, desterrando el sectarismo y el fundamentalismo, adscribiéndonos al augurio de paz para todos los hombres y mujeres de buena voluntad.
Por eso, desde VOX en Alcorcón reivindicamos la Navidad como algo cristiano, una Navidad de Fe e Ilusión. Un cristianismo que va ineludiblemente unido a España desde su propia creación como unidad, fundamentada en unos Reyes Católicos y en una Europa cuyas raíces son, del mismo modo, cristianas.
Deseamos a todos los vecinos de Alcorcón una Feliz Navidad y un próspero año nuevo. Que los Reyes Magos colmen todas sus peticiones.
FELIZ NAVIDAD