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José Quintana:“El derecho a la vivienda es un elemento fundamental contra la desigualdad. Y desde hace 20 años en España es un fracaso colectivo”
Entrevista a José Quintana, alcalde de Fuenlabrada entre 1983 y 2002
Fuenlabrada |

A José Quintana, Pepe, siguen parándole por las calles de Fuenlabrada para piropearle por su labor al frente del Ayuntamiento de esta ciudad entre 1983 y 2002. No en vano, en 1999 fue el alcalde más votado de España en grandes ciudades. Una de las primeras cosas que hizo cuando llegó a Fuenla desde Torrelavega con energía juvenil fue hacer arrancar, a fines del los 70, la Agrupación Socialista de la ciudad, cuando España tenía un pie en la democracia y otro en un franquismo que no terminaba de desaparecer por aquello de que el dictador dejó las cosas atadas y bien atadas. Tras su paso por la alcaldía, Quintana fue diputado nacional, diputado regional y senador y ahora, aunque jubilado, reconoce mantener “la bicha de la política”. Charlamos con Quintana a 50 años de la muerte de Franco y tras haber celebrado el 47 cumpleaños de la Constitución; deja claro que su ciudad sigue preocupándole mucho y que la vivienda es el eje fundamental de esa preocupación.

A medio siglo de la muerte de Franco, ¿cree que queda algún asomo de franquismo en nuestras vidas?

Queda un poso autoritario que aparece cada vez que se cuestionan derechos fundamentales o cuando se idealiza aquella etapa. La ultraderecha está jugando con fuego: quiere retrocesos que afectan directamente a libertades y derechos conquistados por la inmensa mayoría de españoles y españolas a partir de 1975. Este país logró hacer la transición política, económica, social, cultural…, pero vemos que a una parte de ese endogámico mundo judicial le cuesta pasar página. El fallo de la Sala Segunda del Tribunal Supremo contra el fiscal general del Estado sin publicar la sentencia es sin duda el ejemplo más claro. No creo que podamos decir que ha sido un golpe de Estado pero, 50 años después, muchos hilos de la Justicia en España siguen moviéndolos los herederos del franquismo. Recuerdo cómo Felipe González a principios de los 80 advertía que la Transición en la Justicia iba tardar 25 años en hacerse. Se equivocó, han pasado 50 y ahí siguen.

¿Cómo se vivía en Fuenla aquel tiempo de Transición? ¿Dejó huella importante el franquismo?

Esto era un desastre. Visto con perspectiva, lo positivo es que estaba todo por hacer y para ello fue muy importante la labor de Manuel de la Rocha, que fue el primer alcalde democrático de la ciudad después de la Segunda República y quien alentó la puesta en marcha de un Plan General de Ordenación Urbana. Fuenlabrada, como todo el sur de Madrid era sinónimo de barrios sin equipamientos, calles sin planificación, viviendas sin una ciudad alrededor. Construyeron casas, no ciudadanía. A los ayuntamientos democráticos nos tocó rehacer el mapa urbano entero y convertimos lo que eran ciudades dormitorio en medio del barro, en ciudades para vivir, logrando además una identidad. En nuestro caso fueron muy importantes las asociaciones de vecinos, las casas regionales, las mancomunidades de vecinos, los vecinos y vecinas en su conjunto como aglutinante de identidad fuenlabreña.

El pasado 6 de diciembre cumplió 47 años la Constitución… ¿qué avances y retrocesos ve en su cumplimiento?

R. El gran avance es la ampliación de derechos. El retroceso es que algunos los tratan como si fueran opcionales. La presidenta de la comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, por ejemplo, habla de libertad pero ignora que la libertad exige políticas públicas. Sin vivienda, sin igualdad y sin servicios básicos, la libertad es una palabra vacía. Para el PP-VOX la Constitución es fundamental para los colores de la bandera, pero ya no respetan ni al Jefe del Estado, a quien dan permanentes desplantes en actos institucionales.

Educación, vivienda, sanidad públicos son tres elementos fundamentales, ¿pero pueden hacer algo los ayuntamientos para que esos derechos se cumplan?

Por supuesto. Eso de que que los ayuntamientos son la administración más cercana a la ciudadanía es algo más que una frase manida. En este país, determinados presidentes y presidentas autonómicas parecen que sólo están para ir a los toros, salir de cañas o comer en el Ventorro y animar al terraceo. Entonces…, el trabajo tienen que hacerlo los ayuntamientos más allá de sus competencias. En Fuenlabrada hemos adelantado fondos, gobierne quien gobierne en Madrid para escuelas infantiles, para asegurar que cada niño y cada niña puedan comer cada día; en Fuenlabrada fue la movilización vecinal la que consiguió la construcción del hospital y también la llegada de la Universidad. La gestión del PP en asuntos públicos es escandalosa como estamos viendo en Andalucía con las mamografías o en Torrejón de Ardoz con el escándalo del hospital público de gestión privada. Sí es cierto que en Andalucía y en Valencia los ciudadanos y ciudadanas se han manifestado permanentemente, pero en Madrid la sensación es de que estamos un poco narcotizados: muertes en las residencias de mayores en la pandemia; escándalo del novio de la presidenta y sus gestiones con la sanidad; infrafinanciación de las universidades públicas mientras se construyen privadas de sospechosa ideología…, la lista es enorme y la sensación es que Ayuso campa a sus anchas con quien maneja los hilos: Miguel Ángel Rodríguez, un mentiroso confeso.

¿Se incumple el derecho constitucional a una vivienda digna?

R. Sin duda. Hay que aclarar que en la Constitución Española, el derecho a una vivienda digna y adecuada, como dicta el artículo 47, no es un derecho fundamental pleno, sino un principio rector de la política social y económica, lo que significa que no es directamente exigible ante los tribunales, pero sí obliga a los poderes públicos a promoverlo y se puede invocar ante el Tribunal Constitucional en control de leyes y, gracias a la jurisprudencia europea, ha ganado más fuerza y es más exigible. El derecho a la vivienda es un elemento fundamental contra la desigualdad. Y, desde hace 20 años en España es un fracaso colectivo: del Gobierno de España, de las comunidades y de los ayuntamientos. El PSOE tampoco ha estado a la altura siempre. Lo digo con lealtad pero con claridad. La vivienda pública desapareció durante años y nadie asumió que el mercado, solo, no iba a resolverlo.

¿También señala responsabilidad en el actual ayuntamiento de Fuenlabrada?

Por supuesto. Yo fui alcalde muchos años y sé que gobernar exige tomar decisiones valientes. El origen del mal fue la liberalización del suelo que llevó a cabo José María Aznar pero el actual ayuntamiento podría hacer más: movilizar suelo, apostar por nuevas promociones públicas, impulsar cooperativas. Se ha hecho menos de lo necesario. No por mala fe, sino por falta de ambición en un momento crítico, por falta de previsión, por cierta miopía política generalizada exclusivamente presentista. Un ayuntamiento fuerte se debe concentrar en el cumplimiento de los compromisos que cambian la vida de la gente, pero siempre mirando a futuro. Y Fuenlabrada padece un déficit de vivienda. La poca vivienda que hay tiene unos precios muy elevados, tanto en alquiler como en compra. Jóvenes y familias con rentas medias y bajas no pueden acceder a una vivienda digna que superan con creces los salarios. Y aunque es un problema generalizado, muchos vecinos están marchándose a municipios cercanos en los que los precios son menos desorbitados.

Fuenlabrada se consideró un ejemplo de urbanismo socialdemócrata. ¿Qué se hizo bien?

Suelo público para vivienda pública; se alentaron promociones para los jóvenes de entonces; se crearon equipamientos sociales en cada barrio… Eso permitió que muchas personas pudieran quedarse a vivir en su ciudad. Hoy esa fórmula parece olvidada, cuando debería ser el punto de partida. El presentismo no mira ni por el retrovisor del pasado ni con las luces largas del futuro. La izquierda siempre abanderó políticas que permitiesen el acceso a la vivienda, porque si no estamos alentando la desigualdad socioeconómica. La regla básica de no destinar más del 30% de los ingresos mensuales al gasto en vivienda, incluyendo la cuota de la hipoteca, el IBI, el seguro del hogar y los gastos comunitarios, es hoy una quimera. Las familias con sueldos bajos y medios están cayendo en lo que se conoce como pobreza energética y pobreza oculta, que impide acceder a una alimentación de calidad. Además los altos precios de la vivienda erosionan el poder adquisitivo de las rentas medias, cuyos salarios no crecen a la misma velocidad que el precio de la vivienda. Sin duda el mayor problema es para la juventud, lo que genera un futuro gris para toda la sociedad.

¿Estamos ante una brecha generacional?

En mi opinión es la mayor que hemos vivido desde la Transición. Jóvenes con estudios y empleo no pueden alquilar ni veinte metros cuadrados. Esa frustración alimenta a la ultraderecha, que promete soluciones mágicas y autoritarias. Si no damos respuestas reales, dejamos la puerta abierta al resentimiento. La emancipación se está retrasando a los 30 años y más allá. Y es que ese de ingresos mensuales para vivienda 30% que antes comentaba es en realidad el 80% del salario neto de los jóvenes. En los último tres años el incremento de los salarios ha sido aproximadamente del 7,4%. En ese tiempo, en la comunidad de Madrid, el alquiler ha crecido un 29,4%, ¡cuatro veces más!, y el precio de venta ha crecido, también en tres años, un 25%, tres veces más.

¿Pero la situación en Fuenlabrada es similar?

En Fuenlabrada, en tiempos recientes, el incremento de los precios ha superado el 30%. En Fuenlabrada hay entre 31.000 y 41.000 jovenes de entre 18 y 35 años. Se estima que el 80% de esta franja de edad todavía no ha podido abandonar el hogar familiar. Es decir, tenemos entre 25.000 y 35.500 jóvenes no emancipados con toda la problemática que ello conlleva. Y muchos de los que dan el paso, a pesar de una elevada precarización laboral, se encuentran con riesgo de desahucio. Estas circunstancias hacen que vaya desapareciendo el alma de la ciudad porque la juventud se ve forzada a marcharse de sus barrios, rompiéndose las redes de apoyo social y perdiendo el sentido de la comunidad, de la identidad, eso que tanto nos constó lograr no solo en Fuenlabrada, también en el sur de la región y los barrios de la capital. Los hijos y nietos del desarraigo que supuso la inmigración, se empiezan a encontrar también con el desarraigo. Por eso hay que hacer algo ya, no basta con la ley o la palabra. Hace falta voluntad política real y que la vivienda deje de ser un negocio porque es un un derecho. Hay que actuar ahora, porque nos están metiendo en un nuevo modelo social donde la estabilidad será un lujo y eso no lo puede aceptar la izquierda. Critico a la derecha por especular, pero también critico a la izquierda si sigue dando carta de naturaleza a la exclusión. Gobernar no es postureo: es responsabilidad.

¿Acaso los ayuntamientos no han perdido poder real? ¿Hay posibilidad de hacer algo inmediatamente en Fuenlabrada para que haya más vivienda asequible?

Sí, han perdido poder real, pero algunos también han perdido iniciativa. La Comunidad de Madrid centraliza, pero eso no impide que los ayuntamientos reclamen suelo, hagan convenios o fomenten cooperativas. Debo decir que en Fuenlabrada hemos desaprovechado una ocasión muy relevante. Hace más de diez años que tenemos aprobado el plan parcial con la posibilidad de construir más de 3.100 viviendas en la zona de la Pollina, pero no se ha querido desarrollar por el equipo de Gobierno. Lo que el equipo de Gobierno decidió fue una revisión de dicho plan, lo que significa que en los próximo seis o siete años no se pondrá un ladrillo en toda la ciudad. En Fuenlabrada hacen falta, como mínimo, 10.700 viviendas para los próximos cuatro años, mayormente protegida o pública en alquiler o en venta y hemos dejado pasar un tren cuanto más falta hacía. No es de recibo en esta situación que se haga una revisión del Plan General sin incluir la Pollina, lo cual va a retrasar el proceso de construcción seis o siete años en cualquier lugar de la ciudad.

“Cuando la derecha renuncia a intervenir y la izquierda tarda en hacerlo, el mercado ocupa el espacio sin mirar las consecuencias”

¿Y el Gobierno central? ¿Ha actuado tarde?

Sí. No basta con una buena ley. Necesitamos un plan de Estado, con recursos de verdad, para generar miles de viviendas protegidas al año y garantizar alquileres asequibles. Desde el aprendiz de Trump que fue Aznar, gobiernos de todo color dejaron que la vivienda fuera un negocio sin reglas. Ahora pagamos las consecuencias. El actual Gobierno ha empezado a moverse, pero todavía va por detrás del problema.

¿Está cumpliendo su función la iniciativa privada?

Es lógico que la iniciativa privada busque rentabilidad sin importarle nada más, como sucede con la sanidad. Quien debe corregir desigualdades es el Estado. Cuando la derecha renuncia a intervenir y la izquierda tarda en hacerlo, el mercado ocupa el espacio sin mirar las consecuencias.

En estos aniversarios que mencionábamos al principio, ¿qué lecciones estamos olvidando?

Que la democracia no avanza sola. Requiere responsabilidad, inversión y honestidad. Y que mirar hacia otro lado, como hace la ultraderecha y la derecha madrileña, nos devuelve a un país desigual y sin derechos efectivos.

Volviendo a los días de la Transición, donde la vivienda también era un problema… ¿qué mensaje deja para esa juventud que sufre el precio de la vivienda?

Que no se resignen. La vivienda no es un lujo ni un sueño: es un derecho. Y los derechos, cuando no se exigen, se pierden. Que exijan a todos: a sus ayuntamientos, a sus comunidades, a su gobierno. Y que no crean a quienes les venden que la solución es destruir al adversario en vez de construir un país mejor.

[Autor]: Mauricio Panadero