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Consejos para aprender a hablar en público
El pánico escénico se apodera de gran parte de la población a la hora de poner en práctica la comunicación oral delante de terceros
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El universo profesional requiere de buenas dotes comunicativas para vender el producto ante los consumidores, mantener contactos con proveedores que permitan llegar a acuerdos satisfactorios, relacionarse de forma fluida con los diversos perfiles de gente que interactuarán de un modo u otro con el negocio y establecer un diálogo fructífero con la plantilla, entre otras cuestiones de interés. Para ello, es aconsejable realizar ciertos ejercicios que mejoren la capacidad de expresión ante terceros, sobre todo en el caso de personas relativamente tímidas o introvertidas, puesto que para ellos el simple hecho de dialogar acerca de asuntos corporativos puede convertirse en todo un desafío.

1.- Diferentes análisis ponen de manifiesto que solamente se transmite aproximadamente una novena parte del nerviosismo real a la hora de llevar a cabo una exposición verbal delante de nuestro público. Este dato descarga parte de la tremenda responsabilidad y temor que se siente cuando llega el momento de hablar ante una audiencia expectante, y conocer el abismo existente entre la verdadera tensión que notamos y el pequeño porcentaje que se refleja al exterior constituye un gran apoyo para empezar a relajarse, desdramatizar y ponerse manos a la obra sin miedo alguno.

2.- Un simple bolígrafo o lapicero se convierte en una herramienta muy útil, llegando a ser un auténtico aliado. En primer lugar, lo utilizaremos para ejecutar actividades de vocalización: en posición horizontal y paralelamente a los labios, lo situaremos entre los dientes para hablar en voz alta; al retirarlo, notaremos cómo resulta mucho más fácil pronunciar correctamente cada palabra. Por otro lado, una vez dé comienzo la exposición, tendremos en todo momento el bolígrafo en una de las manos, lo cual servirá para aumentar la confianza personal y ejercer un punto de apoyo en las argumentaciones anunciadas.

3.- El ensayo es un punto clave para evitar fracasos anunciados. Por mucho que confíes en tus dotes de improvisación, y a pesar de que este método te haya funcionado con anterioridad, no conviene jugársela, más aún si hablamos de proyectos relevantes de los que dependa el cierre de un trato o la imagen de la empresa. Hay que practicar con suficiente tiempo y antelación, repitiendo varias veces mientras se intenta recrear el acto, y haciendo hincapié en buscar los posibles fallos que sea necesario pulir después. Determina cuántos días necesitas para llevarlo a término, en función de las veces que hayas hablado en público, la importancia de la charla, el número de asistentes, tu dificultad para expresarte delante de otros, etcétera.

4.- Redacta todo aquello lo que desees o necesites comentar, y memoriza de modo efectivo la idea principal de cada apartado. En el resumen general destacaremos con colores vivos o anotaciones especiales la palabra clave a partir de la cual podamos desarrollar el resto de la información, estableciendo conexiones y vínculos entre las pautas para ser capaces de relacionarlas sin problemas.

5.- A no ser que sea estrictamente imprescindible, o que seas todo un veterano de las ponencias, procura no abusar de diapositivas o gráficos, y evita las presentaciones en Power Point. El motivo no es otro que los caprichos del destino que ocurren en directo: un fallo tecnológico, un corte de luz y hasta tus propios nervios te pueden jugar una mala pasada, dejando tu explicación vacía de contenido –a no ser que dispongas de un plan B perfecto pensado exclusivamente para este caso-. Si hay algún problema, tendremos que seguir adelante con la tarea y salir airosos de la situación, así que hay que mantener la calma y no depender en exceso de los ‘gadgets’.

Ensayar el discurso y llevar a término trucos de confianza son algunos de los ejemplos que facilitan la tarea de comunicar ante una audiencia, especialmente si el objetivo es persuadir o vender. 

6.- Intenta familiarizarte previamente con el espacio, si es posible. Lo ideal es tener acceso al recinto o sala antes del día señalado, con el objetivo de instaurar una primera toma de contacto y conocer de antemano el lugar, así como tener la posibilidad de probar la megafonía, el uso de Internet, las opciones de iluminación…

7.- Sé consciente de todo lo que te puedes encontrar. El contexto y las circunstancias varían muchísimo según el entorno, el fin del monólogo, el tipo de destinatarios al que se dirige…Has de mentalizarte sobre el hecho de que algunos asistentes quizá estén por obligación y no presten atención a lo que dices, podría sonar un teléfono móvil, es posible que alguien se levante y se marche, que haga ruido, converse con el de al lado o utilice su tablet mientras tú hablas. La lista de obstáculos que tal vez lleguen a aparecer en el transcurso de tu explicación es ilimitada, por lo que la preparación y aceptación de ello es fundamental para tu tranquilidad; debemos asumirlo, ya que es algo que se escapa a nuestro control y que no podemos evitar de ninguna forma posible.

8.- No infravalores al receptor por ser una minoría cuantitativa. Esta función no se complica de forma proporcional al aforo, ya que un número pequeño de asistentes puede ser más exigente que un centenar de ellos. Es un error pensar que será más fácil hablar delante de tres personas que delante de quinientas; de hecho, muchos de los que han pasado por una experiencia de esta clase aseguran que ocurre precisamente lo contrario.

9.- Entrena tu autocontrol y convéncete de tener las cualidades adecuadas para concebir un gran discurso. Haz todo lo posible por establecer y mantener un contacto visual constante con los oyentes, mirándoles a los ojos. Si te supone cierta dificultad, define un punto fijo al frente y enfoca tu vista hacia él. No mires al suelo ni al techo, y conserva un tono de voz con volumen suficiente como para que todo el mundo te oiga, sin gritar ni murmurar. Recuerda ejercitar esto antes, para que no se te quiebre la voz ni caigas en el titubeo.

10.- Algunos elementos adicionales pueden conformar un punto de apoyo para tu propia confianza. Si te sientes más cómodo, puedes optar por sentarte tras una mesa o hablar detrás de un atril. El mobiliario delimita una especie de ‘barrera’ que no dificulta para nada la comunicación con el receptor pero en cambio sí influye en nuestra actitud, dado que en ocasiones hace que nos sintamos más protegidos a resguardados.

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