Dormir con los más pequeños de la casa es siempre un placer. Nos hace más felices y también saca nuestro lado más protector. Sin embargo, compartir nuestro descanso con nuestros bebés no solo repercute en nuestro bienestar, sino que además, es muy positivo para ellos.

Practica el colecho

Esta práctica familiar es muy popular en muchas partes del mundo, y cada vez son más las personas que lo practican en nuestro país. La cama familiar, también conocida como colecho, consiste en fomentar el sueño compartido entre padres e hijos, ya que está comprobado que los bebés necesitan tener un contacto permanente con su mamá y su papá.

Estar junto a ellos es una necesidad básica para el recién nacido, pues según neonatólogos, hasta los cinco años de edad aproximadamente deben dormir con sus progenitores, ya que beneficia al propio bebé en muchos aspectos.

Menos estrés y un mejor desarrollo

Los niños que se van a dormir con sus padres se estresan mucho menos que los que, desde temprano, duermen solos. Es más, los niños que duermen en el pecho de su madre o de su padre descansan mejor que aquellos que pasan la noche en una cuna, lejos del calor de los cuerpos de sus padres. Además, el desarrollo cerebral de los pequeños puede variar también dependiendo de dónde pasen la noche, puesto que la separación del niño y los padres puede causar miedo y estrés, provocándole problemas de comportamiento en la edad adulta. De igual forma, los bebés que duermen en la cuna tienen interrupciones en sus ciclos de sueño, cosa que es de vital importancia a la hora del desarrollo en general de los órganos de nuestros bebés.

Calidad de vida para él

Su desarrollo emocional será mucho mayor, y los beneficios van en aumento. También favorece la alimentación nocturna de los pequeños, les protege del Síndrome de la Muerte Súbita, les ofrece seguridad e independencia y regula mejor su temperatura corporal y aumenta las fases del sueño, tanto de los propios padres como de los bebés. Hay quienes desechan la idea del colecho, pues consideran que son malos hábitos y que provocan desventajas para la independencia y el sueño del niño.

En el cuidado del bebé mandan los padres, y solo ellos tienen total libertad para decidir si esta práctica es positiva para su futuro. ¿Y tú? ¿Lo tienes claro?