Los cambios suelen generar inquietud; basta con recordar cómo Henry Ford revolucionó las calles cuando sus automóviles comenzaron a coexistir con los carruajes de caballos. Desde hace unos años, la Inteligencia Artificial se ha convertido en un elemento disruptivo en nuestra vida cotidiana. Pero al igual que cualquier otra herramienta poderosa, puede convertirse en un arma de doble filo según la intención y el uso que hagamos de la misma. No obstante, los beneficios y facilidades que aporta en múltiples sectores son difíciles de ignorar.
Si nos centramos en el ámbito educativo, la IA permite ofrecer “un aprendizaje más personalizado”, ya que el contenido, el ritmo y la estrategia de enseñanza “puede adaptarse a las necesidades individuales de cada alumno” e identificar “sus dificultades de aprendizaje”, tal y como señala la Revista Electrónica Interuniversitaria de Formación del Profesorado. Este avance lleva consigo un aumento de la motivación y del compromiso con el aprendizaje, pero también promueve “la inclusión y la diversidad”, según los expertos.
De hecho, el uso de la IA en la educación española ya es una realidad: “El 82% de los alumnos ha utilizado ya alguna herramienta de IA, seguido del 73% de los profesores y del 69% de los padres y madres”, según concluye el estudio El impacto de la IA en la educación en España, elaborado por Empantallados.com y GAD3.
Además, este instrumento se ha convertido en un soporte esencial para el profesorado, ya que les ayuda a organizar y estructurar las sesiones, definir competencias transversales o automatizar tareas administrativas. Esto incluye desde la planificación de actividades y registro de asistencia, hasta el análisis del rendimiento académico del alumno.
La IA también impulsa el desarrollo de las habilidades cognitivas en los alumnos de primaria y secundaria. Cuando se utilizan de manera correcta y supervisada, estas tecnologías fomentan la creatividad, la resolución de problemas y el pensamiento crítico. Al mismo tiempo, les permite desarrollar su capacidad de búsqueda, información y verificación de datos, promoviendo así un aprendizaje autónomo y responsable.
Aunque ofrece grandes ventajas, un uso inadecuado puede traer severas consecuencias. Con esa misión, la UNESCO ha elaborado el informe Inteligencia artificial y educación: Guía para los encargados de formular políticas, con el fin de “mejorar la preparación de los responsables de políticas educativas en relación con la inteligencia artificial”.
Para afrontar estos retos, es primordial que la comunidad educativa y las familias generen un “ambiente educativo positivo, basado en la prevención”. Para ello, los expertos indican que es de vital importancia que ambos sujetos establezcan normas y límites claros con respecto al uso de la IA.
Igualmente, es necesario comprobar cómo ese recurso recopila, almacena y utiliza los datos. Es decir, en todo momento se debe “garantizar la seguridad de los alumnos”. En ese sentido, se debe educar al alumno en términos de ética y responsabilidad digital. Del mismo modo, su uso debe ser acorde a la edad y capacidad del alumno.
La directora de Casvi International American School, Marikay McCabe, argumenta que “más que enseñar a usar la IA, se trata de acompañar al alumno en todo el proceso, ayudándole a construir una base sólida y a entender también la parte ética, no solo la técnica”. De esta manera, se mitigarán los posibles riesgos.
No obstante, en ningún caso se pretende que la IA reemplace la educación tradicional, sino que se utilice como un instrumento complementario para optimizar al máximo la etapa educativa de los menores. Disponer de todas las herramientas les permitirá explorar nuevas formas de aprendizaje y tomar decisiones más acertadas sobre su futuro.