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OPINIÓN DE CIRILO LUIS ÁLVAREZ| Bullying, la guadaña invisible
Desde el Rincón del Poeta, nuestro colaborador hace una crítica social y conciencia sobre el bullying
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Cada dos por tres, nos desayunamos con la amarga noticia de algún niño o adolescente, que inmerso en la confusión mental producida como consecuencia final ante el escarnio sin nombre y la burla gratuita e injustificada de otros congéneres, decide quitarse de en medio, al no ser capaz de llevar consigo una sangrante espada de Damocles y soportar tanto sufrimiento sobre su alma y sus carnes.

Si hablas de esto con adultos tardíos y próximos a la vejez, incluso algunos defienden oídos y ojos cerrados, pues, argumentan y se quedan tan panchos, que no hay razón para alarmarse ya que según su experiencia y opinión, los niños son, de por sí muy crueles y además esto ha ocurrido desde siempre.

Como si eso fuera excusa, panacea o remedio, para dejar correr tremenda intolerancia y despropósito, que caso tras caso, asola nuestra sociedad tan aperturista, postmoderna y clemente con otros colectivos.

En múltiples ocasiones es más creíble y defendida la presunción de inocencia del probable acosador/es, que los derechos inalienables del acosado en cuestión

Por otra parte, no menos escandalosa, es la maraña de protocolos y leyes partidistas en las que están inmersas nuestras instituciones, desde la abnegada figura del docente y los respectivos consejos escolares, hasta los juzgados y ministerios pertinentes, los cuales, desde el primero hasta el último, son en primera y última instancia responsables, de buscar solución a cada caso del que haya el mínimo indicio de delito sobre cualquier menor, pues en múltiples ocasiones y llegado el momento, las denuncias se pierden o diluyen entre tirarse los trastos unos a otros y los dimes y diretes de todas las partes.

¡Con lo fácil que sería tirar del término de cuenta y resultado! Y encima, en el colmo de los colmos, se da la circunstancia que en múltiples ocasiones es más creíble y defendida la presunción de inocencia del probable acosador/es, que los derechos inalienables del acosado en cuestión.

No hay ser humano que esté preparado, ante la burla del contrario y su guadaña invisible. No existe niño o adolescente que no tiemble, ante el aireo de su condición personal o sus “trapos sucios” en las redes. Indiscutiblemente, todo hijo de vecino es dueño de escribir la historia de su existencia, sin que otros tomen su lápiz y emborronen de fango sus propias circunstancias.

En la defensa del desvalido, una sociedad que se precie, debería ponerse como objetivo primordial que en el mundo de los miserables, el inocente, sea siempre el más fuerte y jamás el reprimido. Únicamente con el apoyo incondicional, salvaremos vidas de nuestros hijos. Pongámosle freno al bullying… ¡para poder acelerar a tope!

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