Hay que decirlo alto y claro: la política medioambiental del gobierno del Partido Popular de Tres Cantos es una absoluta insensatez que además puede conllevar responsabilidades legales.
En medio de la crisis climática que estamos padeciendo, de la que este verano hemos sufrido un avance de sus consecuencias y de la que ya solo duda algún obtuso terraplanista, se hace más urgente si cabe un desarrollo sostenible. Esto implica un cambio de paradigma en el modo de vida de nuestra sociedad en donde no solo debemos satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sino también de las futuras. Para esto, es imperativo adaptarse a la realidad y cumplir con el principio de las cinco erres: Reducir, Reparar, Recuperar, Reutilizar y Reciclar. Y en concreto, hablando de Reciclar, menos no se puede hacer en nuestra ciudad.
Además de que jamás hemos cumplido la Directiva Europea 2008/98/CE que nos obliga a reciclar al menos el 50% de nuestros residuos domésticos antes de 2020, ahora también estamos incumpliendo la Ley 7/2022, de 8 de abril, de Residuos y Suelos Contaminados para una Economía Circular que nos exige establecer la recogida separada -contenedor marrón- de los biorresiduos de origen doméstico -basura orgánica- antes del 30 de junio de 2022. Sí, hace ya dos meses. De igual modo que no podemos tener una actitud de brazos caídos ante la dejación de funciones de la Comunidad de Madrid en donde el Gobierno de la señora Díaz Ayuso no tiene ninguna intención de modificar su peligrosa e insostenible política de gestión de residuos sólidos urbanos.
La situación es grave, el tiempo se agota y hay que acabar con esta política suicida
Y ‘peligrosa’ no es un adjetivo gratuito, recordemos que en el pasado abril hubo un corrimiento de más de 4.000 metros cuadrados de los Vasos III y IV del vertedero de Colmenar con la consiguiente exposición al aire de todos los residuos depositados, permitiendo la liberación de gases y vapores, provocando también la contaminación del suelo por las escorrentías de las lluvias de primavera.
Un hecho similar al derrumbe del vertedero de Zaldibar de hace ahora dos años, que se ha producido a escasos cuatro kilómetros de nuestros hogares y que se intentó ocultar.
La situación es grave, el tiempo se agota y hay que acabar con esta política suicida.