Cuando una tiene a su alcance el poder de observar de cerca cómo está la educación en esta ciudad, el diagnóstico evidencia que ese loable propósito de una escuela pública que asegure una enseñanza democrática, que se imparta a todos por igual, inclusiva y equitativa y por supuesto de calidad está muy lejos de alcanzarse.
Uno de los problemas graves que nos ocupa y que nos toca de cerca, es la construcción del nuevo “mapa” educativo en nuestra comunidad empeñada en introducir una visión de mercado y negocio en nuestras escuelas y donde las familias somos meros consumidores de un servicio.
Desde mi punto de vista la estrategia es más sencilla. Los cambios políticos no son los correctos ni para los centros, ni para los profesionales, ni para las familias; ni siquiera para el alumnado.
El objetivo debería de ser aumentar la participación de los que saben de educación. Hay que escuchar a los profesionales, a los que trabajan todos los días con niños y adolescentes, entender que el cambio pasa por la propia escuela y en las propuestas de las comunidades educativas. Este paso tan generoso parece que no todo el mundo está dispuesto a darlo.
La soberbia política a algunos les ciega y se niegan a escuchar. No debemos olvidar que la educación es un derecho, que debe garantizarse el acceso a toda la población. Sin embargo, aquí estamos en Leganés donde hay familias que no pueden llevar a sus hijos e hijas al centro que desean. Un ejemplo extensible a muchos otros municipios madrileños.
Cada padre es libre de elegir la educación que quiere para sus hijos, pero la que debe garantizar ese, y en la que las instituciones deberían volcarse a la hora de facilitar recursos, es la educación pública. Al menos, como representante público no concibo otra manera de hacer las cosas.
La Comunidad de Madrid no está cumpliendo. Su planificación escolar deja mucho que desear, sobre todo en los barrios de nueva construcción. Su estrategia de construcción por fases llevó de cabeza durante muchos años al colegio Constitución 1812 de Vereda.
Hoy, tenemos al CEIP Gabriela Morreale (barrio de Solagua) que ya debería de estar terminado hace tiempo, donde tenemos alumnos de primaria estudiando en barracones mientras esperan que se termine un nuevo edificio. Sus padres, conocedores del tema ya están solicitando la construcción un instituto cuando quedan años para que salga la primera promoción. Y es que tenemos el otro caso, el IES Rafael F. de Burgos (en Arroyo Culebro) que lleva casi 7 años de retraso en su construcción, donde los alumnos pasan por situaciones complicadas por la falta de espacios y las obras continuas, nunca definitivas.
Otro tema es el de las escuelas infantiles públicas y su cierre progresivo para favorecer la demanda y el destino de fondos al modelo concertado. Esos continuos recortes también merman la calidad educativa en estos centros educativos y, por mucho que queramos, la educación pública así no puede ir a mejor.
Y no, no es cuestión de colores o de políticas, porque el ataque a la educación pública también lo están llevando a cabo partidos que se colocan la etiqueta de progresistas. Algo que para alguno le será doloroso, porque le deja “huérfano” de referentes, pero que a mí personalmente no me sorprende.
Les están negando a nuestros pequeños la posibilidad de tener una buena calidad educativa
¿Conocen vds. la película de “El día de la Marmota”? El argumento es sencillo, un señor extraño y egocéntrico revive el mismo día una y otra vez atrapado en el tiempo. Al menos, el señor después de cometer un sinfín de errores aprende de los mismos… Esta es la parte que nos falla en la gestión del equipo de gobierno de Leganés, y en especial su actual concejala de educación. Repiten los errores una y otra vez, pero no aprenden de ellos.
La situación por la que atraviesan hace tiempo las escuelas infantiles de gestión directa del nuestro ayuntamiento es muy triste. Es una dejación de funciones desde hace años. Un despropósito absoluto.
Me gustaría hablar en positivos, ¡pero es imposible! La amenaza de la pérdida de profesores es continua, el cierre de clases es algo que los niños y sus padres van sufrir con casi toda seguridad (con lo que esto conlleva para la conciliación familiar). Se han recortado recursos, no sólo humanos (no se cubren las bajas del personal ni las jubilaciones) también los materiales. El único fin es cargarse de un plumazo la etapa de 3 a 6 de una escuela infantil referente como El Jeromín.
Dicen que tiempos pasados fueron mejores. ¿Recuerda aquel PSOE de Leganés y a sus acólitos dentro de la comunidad educativa que defendía el ‘NO’ al cierre de Verbena y Valle Inclán? Hoy pareciera que les ha comido la lengua el gato.
Señores, supuestamente progresistas, les están negando a nuestros pequeños la posibilidad de tener una buena calidad educativa tan importante en estas etapas de desarrollo físico y afectivo.
Entre los unos y otros nos está quedando una educación preciosa.
Artículo de Mercedes Neria Castellano