Esteban Hernando

La industria política, como ya algunos lo definen, se está convirtiendo a nivel mundial en una amalgama de conflictos e intereses cada vez más difícil de relacionar y con ecuaciones, si cabe, en algunos casos, imposibles para algunos de nuestros lúcidos políticos y sus consejeros o ministros. La pandemia que vivimos está poniendo de manifiesto que sus actuaciones, cuanto menos, son cuestionables y que su grandeza al asumir responsabilidades queda ridícula cuando realmente tienen que decidir, que si 25, que si 20, que si ahora 18, niños por clase… ¿no son todos iguales?

La realidad es que, si todo esto lo mezclamos con la marabunta y el lío dirigido que están montando, los medios de comunicación, nacionales y regionales, en Madrid, la gente, sencillamente, no sabe qué hacer, y la percepción de todos nosotros es sencilla y directa. ¿Cuál creéis que será la flecha que más llega a cada uno de nuestros políticos?

La pena de todo esto es que no hay un liderazgo claro en la ejecución de las medidas que habrían sido imprescindibles tener y consensuar entre todas las comunidades autónomas de nuestro país. La ministra Celaá que, como podéis observar, gana más que el propio presidente, no ha liderado una repuesta clara desde el ministerio, como Nación, dando unas directrices claras a los 17 consejeros que, como Osorio, el que más dinero gana de todos, han tenido que improvisar, cada cual con sus capacidades.

¿Es justo que en el hipotético caso que en Madrid la vuelta al cole sea un éxito, en Castilla y León por ejemplo sea un fracaso, o viceversa? ¿Es justo para nuestros hijos que tengamos 17 suertes de lotería a ver cómo se ha organizado algo tan importante? Hemos tenido mucho tiempo para determinar la mejor forma de vuelta al cole. Además, deberíamos haber atendido a si el cole que tenemos es el apropiado o no. Después de 4 meses mal, perdiendo el tiempo de aprendizaje, nos podíamos haber cuestionado, quizá, el fracaso educativo que vive nuestro país. No es sólo tener medios, es reflexionar sobre si a nuestros hijos, cuando salen de la universidad, les espera un trabajo digno acorde a su aprendizaje.

Ministra, consejero, ¿por qué vuestros hijos no han ido a la escuela pública? Vuestros patrimonios os permiten llevar a vuestros hijos a los mejores colegios y universidades, allí donde estudiasteis muchos de vosotros. ¿Por qué nosotros no podemos optar a la mejor educación posible?, ¿podría ser que, vuestra guerra política no permita llegar a un acuerdo para que mis hijos puedan ser como los vuestros? O, quizá, no queréis que vuestra clase social tenga demasiados competidores. Así, vuestros hijos tendrán más oportunidades, ¿no? Tampoco teníais la necesidad de dejar a los niños en el cole para tener que trabajar, seguramente, con vuestras rentas os podéis permitir tener a una persona al cuidado de los mismos. No os veo a ninguna haciendo los macarrones con tomate después de llegar del hemiciclo, ¿verdad? ¿Cómo vais a entender vosotros entonces, las necesidades de la sociedad?