En pleno revuelo automovilístico, son muchas las voces que se atreven a susurrar, pero nadie es capaz de decir a ciencia cierta lo que nos deparará el sector del automóvil a corto plazo. Tenemos, por un lado, los eléctricos, con una marca que se desmarca del resto y a la que es difícil igualar por parte de otros fabricantes europeos. Mientras, Japón se posiciona como la potencia hegemónica en materia de vehículos híbridos, las marcas del viejo continente persisten en su empeño por los motores de baja cilindrada ayudados por turbos.

El futuro es el GLP

Hay una nueva tendencia en el mercado automovilístico que comienza a imponerse y a extenderse. Más allá de los taxis, parece que el resto de usuarios se plantean el uso del GLP. Especialmente, en los vehículos de gran cubicaje. Este sistema, válido para cualquier coche de gasolina, consigue reducir las emisiones, aumentar la autonomía del vehículo, rebajar el coste por kilómetro en más de un 40%, que nos permitan entrar en las ciudades, indistintamente el tipo de restricción que impongan, etc. Es decir, numerosas bondades por un precio económico y que, además, en el caso de una petrolera como es Repsol, nos bonifica con 600€ en carburante. Prácticamente, la mitad de lo que nos cuesta la transformación de nuestro coche.

Además, en este cambio no se toca el motor. Dicha transformación consiste en montar un depósito adicional, en la mayoría de los casos en el hueco destinado a la rueda de repuesto, colocar unos inyectores y unas válvulas e instalación eléctrica. En mi caso, siempre he sido usuario de vehículos propulsados con gas, y creo firmemente que este sí podría ser el futuro más inmediato en la evolución del sector del automóvil hasta que podamos tener coches eléctricos con autonomías cercanas a los 1.000km.