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Los Pelos como escarpias
Opinión de Cirilo Luís Alvárez
Opinion |

Tras dilapidar con más pena que gloria, los dos primeros meses de este incierto Dos Mil Veintiuno, podemos atestiguar que éste comenzó su andadura, sin orden ni remordimiento con lo acaecido en el pasado y plagado de incertidumbre, adversidad y caos.

Pues entre temporales de frío polar, nevadas históricas, la última ola de la pandemia, nuevas cifras hirientes de desempleados, el intenso y desternillante panorama político donde la actuación que prima, es la de que la mejor defensa es el ataque o el sálvese quién pueda de algunos renombrados youtubers, no hay manera de descansar a pierna suelta y mas bien sesteamos noche tras noche, en duermevela.

¿Y qué podríamos aportar a esta infernal coctelera de acontecimientos, que no se haya desmenuzado mil veces por activo y por pasivo, en todos los medios de comunicación o que no hayamos visionado en infinidad de mensajes y memes en redes sociales, sobre los vacunajetas de turno, las temidas subidas de impuestos o el caos y desidia sin parangón, que impera en la administración del estado?

Donde si ir más lejos, la actuación sin precedentes, de ciertos ministerios y organismos de asesoramiento, ayuda y protección al ciudadano, en aras del derecho laboral y la autoprotección funcionarial ante la pandemia (hecho este que dicho sea de paso, casi ningún trabajador del sector privado disfruta en la misma medida), es más fácil que te toque la lotería o la primitiva a que puedas conseguir una cita o atención personalizada a tiempo, para resolver cualquier cuestión, aunque esta sea de vital importancia para la economía o el bienestar del sufrido ciudadano.

Si a esto le sumamos en clave irónica, incluso la batalla campal, que se traen cierta tonadillera y su díscolo vástago por la herencia del fenestrado matador, de diminutivo nombre de pila castizo, no nos queda cielo y tierra por remover de nuestro país de la piel de toro, donde no se haya instalado la desgracia.

Sólo nos faltaba por padecer la consiguiente cuarta ola de la Covid 19

Y para rematar el ápice de ilusión, que aun podía quedarnos como vestigio en las maltrechas entrañas, sólo nos faltaba por padecer la consiguiente cuarta ola de la Covid 19 con sus cifras de contagiados, cambios de toques de queda y ruina y desolación de multitud de gremios, desde la hostelería hasta el pequeño comercio o el turismo, el sector automovilístico, el cultural de cines y teatros o el llamado ocio nocturno entre otros.

Se ponen los pelos como escarpias tras ver los noticieros, pues hora tras hora, parece que se haya cerrado el cielo y abierto infierno y purgatorio y nuestra sociedad se halle castigada por algún terrible pecado que hubiera que pagar a crédito, pero que aún ni el primer vencimiento hemos conformado.

¿Hasta cuándo el ciudadano de la España del siglo XXI, aguantara sin conflictos sociales, tanta hecatombe y miseria?

La respuesta está sin duda, en la capacidad de aguante y ejemplaridad, del ciudadano más necesitado.

Y en el poder de todo el gremio político, para enmascarar su deficiente gestión y los nulos resultados.