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Luz en el Túnel
Opinión de Beatriz Carracedo
Regional |

Termina el mes de agosto con un nuevo récord histórico en el precio de la luz. Lo malo es que ya hemos perdido la cuenta de las veces que hemos escuchado esta frase a lo largo del verano, y que, para el mes de septiembre no parece que vaya a cambiar la situación, y ya se han anunciado nuevas subidas. Este mes, el importe de la factura se habrá incrementado en un porcentaje que no hubiéramos imaginado cuando, hace unos meses, nos asustábamos con el cambio tarifario.


Sin embargo, unos pocos se están frotando las manos. Entre ellos, las compañías hidroeléctricas, cuya desfachatez alcanza límites insospechados. Ellos juegan a vaciar pantanos para luego vender esa energía obtenida a precio de oro mientras, además, se deshacen de una ingente cantidad de agua, otro bien que escasea en nuestro país.

En los consejos de dirección de estas compañías, plagados de ex políticos que cruzaron la puerta giratoria para sentarse en un sillón y llenarse los bolsillos con el dinero de todos, se reparten dividendos sin ponerse en la piel de aquellos que, a duras penas, podrán llegar a pagar la factura de la luz. Y lo harán sin ponerse ni mínimamente colorados.

Miles de hogares sufren una situación que, tras la pandemia, puede dejar a muchos al borde del impago

El gobierno, por su parte, dice que poco más se puede hacer. Lo de plantearse la nacionalización de un servicio de primera necesidad, o simplemente la creación de una compañía pública, no entra en sus planes. No tienen que mirar muy lejos para comprobar que otra manera de hacer las cosas es posible. En Barcelona, el ayuntamiento creó una compañía que da servicio a sus vecinos, y lo hace a precios razonables y con unos beneficios que redundan en todos. Los países de nuestro entorno, esos que son ejemplo para muchas cosas, cuentan con participación pública en empresas eléctricas, pero aquí, la derecha liberal se echa las manos a la cabeza y pone el grito en el cielo. Malditos rojos comunistas, que quieren acabar con el negocio de sus amigotes.

Mientras tanto, miles de hogares sufren una situación que, tras la pandemia, puede dejar a muchos al borde del impago, con lo que eso puede suponer. Quizá deberíamos plantarnos todos, como ha anunciado que hará el alcalde de Batres, y decir a aquellos que se están lucrando con este escenario que ya está bien, que con estas cosas no se juega. Pero, sinceramente, qué esperamos de aquellos que llevan por bandera la privatización y el liberalismo. Desde luego, hay poca luz al final del túnel.