Todos los años hay que planear qué se hará con el dinero de todos, pero es especialmente importante cuando se trata de año electoral. Por eso ahora nos salen las cuentas por las orejas, todas a la vez: los presupuestos generales del Estado, los de la Comunidad de Madrid, los de los ayuntamientos... Un aluvión de sumas y restas (de estas pocas, la verdad) para organizar la acción de los gobiernos para el próximo año.
Lejos han quedado los tiempos de las mayorías absolutas, cuando el partido de turno se lo guisaba y se lo comía con las cuentas y con todo lo demás. Ahora toca negociar, hablar con los socios y con los posibles para sacar adelante unos presupuestos con los que trabajar los próximos 12 meses, con unas elecciones de por medio en esta ocasión.
Todos hemos oído que Sánchez pacta con Bildu y con Esquerra, quien más y quien menos sabe que Ayuso está en manos de Monasterio y que Almeida necesita, además de a Villacís, su socia del alma, a VOX y a Recupera Madrid para no tener que prorrogar unas cuentas en las que ya contó con ellos.
Y las cuentas municipales van por el mismo camino, hay ayuntamientos, como Tres Cantos o Fuenlabrada en los que PP y PSOE se bastan y se sobran para sacarlas adelante, pero en los tiempos que corren es más normal que ocurra como en Madrid y hagan falta otros votos para poder hacer algo nuevo en 2023. Ya sea con socios de gobierno o convenciendo a otros grupos políticos, llega el momento de hablar y entenderse, algo que deberían hacer más a menudo.
Lejos han quedado los tiempos de las mayorías absolutas, cuando el partido de turno se lo guisaba y se lo comía
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